28/2/16

Claustro de Silos. Relieves. 2ª Parte




(continuación)

 Descendimiento. Es el punto final al momento álgido de la Crucifixión. Muestra la derrota humana de Jesús, el pietismo de José de Arimatea, y la última ternura de la Virgen madre. La parte fundamental del relieve se refleja en Cristo crucificado, en el descenso de su cuerpo que es sujetado y desenclavado, con la presencia de María como receptora, los discípulos José de Arimatea y Nicodemo con el apóstol Juan. En la  base hay una tumba de la que sale un personaje en medio de un terreno rocoso. El punto focal de referencia plástica, de atención máxima está claro, en el centro, es Jesús. Su cuerpo define, delimita la escena, es el eje de toda la composición. Es lo pretendido por el artista con un excepcional tratamiento escultórico de gran perfección y belleza, a pesar de la tragedia de la figura y el momento. La concepción final del relieve es la de una fachada, con profundidad y espacio, que abriga y sirve de apoyo a todos los personajes bajo un arco demedio punto.

Cristo y los discípulos de Emaús. Muestra a Jesús y los dos discípulos camino de Emaús, a los que todavía no ha revelado su Resurrección. En el relieve de Silos se representa el momento en que Cleofás en la caminata pide al forastero que se quede con ellos, le toca el hombro y le dice “... quédate con nosotros, pues el día ya declina...”. Es el momento en que Cristo se gira para atender la indicación. La escena de Emaús acaba cuando Cristo de queda con ellos, y al partir el pan lo reconocen, se desvanece, y ellos vuelven a Jerusalén para comentar la Resurrección. La escena está pensada para recordar el mundo de los profetas, creer en ellos, disipar las dudas de fe, aceptar sus enseñanzas, aparte de glorificar la Resurrección de Cristo, porque la duda de los discípulos debilita la fe, la empobrece y no permite que se asiente la institución de la Iglesia, y se consiga la plenitud de la Revelación, ni se mantenga la Ley de los Profetas. La composición y el tratamiento de las imágenes alcanzan perfecciones nunca vista hasta ahora en el claustro. La definición de los rostros y ropajes de los discípulos se complementan con la perfección de la severidad del rostro de Cristo, prueba de la madurez del maestro que mejora el estilo por escueto y directo.

Duda de Tomás. Ratifica y abunda en el proceso de duda establecido en relieve anterior. La diferencia es que antes la duda era planteada por discípulos, y ahora por un apóstol. Muestra a la duda como gran entorpecimiento de la condición humana, dentro de los deberes teológicos de la fraternidad apostólica. Tomás es un personaje del mundo que, expone una duda razonable a lo que era el milagro de la Resurrección que había sido anunciado, como lo hace Cleofás. El relieve es la escenificación consecuente de esa negación  “... acerca tu dedo y aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente...”. Cristo realiza tal acción de certeza con publicidad notoria ante todos sus apóstoles, como  recordatorio de sus enseñanzas y las de los profetas. La composición tiene un centro óptico, Jesús. Es una figura de mayor tamaño que las demás, con presencia del colegio apostólico, alineados en tres pisos y con mejor figuración de cuerpos y detalles. Hay una clara tendencia a satisfacer las exigencias de hacer encuadrar al colegio apostólico como una comunidad monástica, o al revés, a una comunidad monástica como colegio apostólico, que eso es de lo que se trata de la vida en común en el monasterio.

Anunciación. Entendida y realizada en clave cristológica combinada. Por una parte el Anuncio: salve, ave María gratia plena, como saludo, introducción a la comprensión del misterio, y por otra la Encarnación, resuelto por el “fiat”: hágase, que es la aceptación de María, que promueve la Redención por la Encarnación de Cristo. La consecuencia de todo ello es el nombramiento de María como reina, María Regina, reina de la humanidad, segunda Eva y colaboradora de la Redención, coronada por los ángeles. Así, pues, la escena representa todas esas funciones teológicas: el anuncio, la aceptación, la  encarnación, y la coronación. Gabriel llega y se arrodilla ante María, que sentada se asusta. Sobre ella los ángeles voladores que la coronan, completan la escena y el reparto de volúmenes. El virtuosismo de los paños, columnas con paños, ropajes, caras alegres será  el punto determinante del relieve, la base de su valía. Todo aclara el regocijo general del momento, con caras amables de todos los personajes, algunos de ellos esbozando sonrisas. Con respecto a la escultura hay un gusto por el bulto redondo, por el altorrelieve. En el caso de los ángeles son casi exentos, parece como si no pertenecieran a la pared. 

El árbol de Jesé. Es profecía evangélica del A. Testamento que se ve cumplida en el N. Testamento con la Anunciación. Está estructurado como la genealogía terrena de Jesús, en base al patriarca Jesé de la tribu de Judá, que después se completa con la genealogía divina representada en la Trinidad, que corona el relieve. De tal modo se completa el árbol genealógico bipolar de la existencia de Cristo en sus dos versiones: humana y divina. María es el eslabón elegido para hacer realidad la Redención. Aparece  sentada en el medio del relieve, sobre un tallo, acompañada por personajes que pueden comprenderse como profetas. Encima está la Trinidad con nuevos profetas. Debajo Jesé, padre de la genealogía de la casa de David, esta recostado, de donde sale el tallo sobre el que se sienta María, que es interpretado como el pecado original, que no llegó a alcanzar a la Virgen. La composición no muestra los rostros naturalistas, alegres de bucles, sonrisas de la Anunciación, sino estilos más severos. Todo parece un poco más tosco, pero un análisis pormenorizado destaca una escultura de gran valor, sobre todo en los rostros, que están muy deteriorados por la erosión de la piedra.

Francisco Javier Ocaña Eiroa